sábado, 24 de septiembre de 2011

¿Estamos preparados?

¿Cómo se prepara algo en lo que no pones ninguna ilusión? ... Es evidente que cuando algo no te apetece, no te esmeras. Pero hay temas tan profundos e importantes, que por poco que apetezcan, no queda más remedio que enfrentarlos. Y lo mejor en ese caso, es pensar que no lo haces sólo por tí.

Llevo unos días reflexionando acerca de cómo enfrentar lo que va a ocurrir sin remedio en un tiempo no muy lejano. Sobre qué puedo hacer o decir, y sobre todo cómo podría ayudar a mi padre a dejarse llevar y prepararse para lo que sin duda tampoco quiere. Verle la cara a la muerte de cerca debe ser muy jodido; aunque todos pasaremos por ello en algún momento, la trascendencia del hecho es muy grande y me pregunto si lo tendríamos más fácil si creyéramos en algo más allá de lo que el mundo es para nosotros. Y hablo en plural porque mi padre y yo tenemos la misma visión terrenal de lo que es la vida y estamos seguros de que más allá de ella, no hay nada. Claro que este es otro tema de una profundidad tan abismal que habría que sacar el abanico de matices, porque eso no quiere decir que no haya detrás nada de espiritualidad en cada uno de nosotros.

Y volviendo a mi desahogo inicial, siento que se me agolpan en la cabeza cosas que quiero decirle, sin caer en dramatismos, cosas que quiero que tengamos muy claras los dos, perfilar nuestro recorrido en común, sea como haya sido... El ya lo está haciendo, aunque se niegue en redondo a aceptar lo que sin duda en sus adentros más íntimos ya sabe. Me pide fotografías... en algún momento leí que cuando alguien en fase terminal solicita tal cosa, es que está preparado para el desenlace. Me reconforta pensar que está encontrando su equilibrio personal en todo ésto, aunque en ocasiones salte su instinto de supervivencia y su esperanza se eleve al máximo, aquella que he visto que afortunadamente no pierde nunca.

Yo no sé si podré ayudarle de alguna manera especial; de lo que no tengo ninguna duda es de que él ya lo está haciendo, mostrándome un camino desconocido y dejándome acompañarle con una serenidad que desconocía entre los dos. Eso me ayudará a crecer aún más, a evolucionar y a vivir la conciencia del instante. Y la perpetuación de su esencia ya la tiene, en mí, en mis hijos y en la historia de nuestra relación.

La muerte no es más
que la muerte del otro.
Tan sólo morimos,
por así decirlo,
a través de un intermediario.
Siempre nos imaginamos en el otro
la representación de
nuestra propia muerte.
¿Pero soy lo bastante libre de amar
para aceptar la muerte del otro
como si fuese mi propia muerte,
y para anticipar mi muerte
por medio de la del otro?

Jean Debruynne

1 comentario:

  1. Sonia, qué dificil, pero yo veo mucha presencia, amor y comprensión, eso creo que te ayudará. te mando un abrazo gordo.

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