domingo, 29 de mayo de 2011

¿Es posible la Apolítica?

Ciudadanos de provecho, obedientes y que no molesten. Son las premisas fundamentales para servir a la sociedad de consumo. De provecho, porque así lo requiere el capitalismo y lo que deriva de ello: bancos, empresas que pretenden cada año obtener aún más beneficios pero con menos gastos... Obedientes y no molestos, porque es una jodienda tener que andar calmando a las masas agitadas, no vaya a ser que algún desviado cargado de razones remueva conciencias que no interesan.

Esto es lo que básicamente ocurre hace ya demasiados años. En Mayo del 68 parecía que se abriría una nueva era, y sin embargo, el neo liberalismo se acentuó de tal manera, que no se ha bajado los pantalones en estos 42 años que han pasado ya. La traición de los sindicatos empoderados no dejó evolucionar aquel movimiento. Es estremecedor lo que pasa; cómo nos hemos acostumbrado unos, y cómo lo hemos mamado otros. Parecemos abocados al caos sin remedio, y cuando un grupo de personas conscientes levanta la cabeza, se atreve a cuestionarlo en público, se les tacha de anti-sociales. Por supuesto, no podía ser más acertado, somos anti-esta sociedad. O como rezaba uno de los miles de carteles que decoran Sol estos días: No somos anti-sistema, el sistema es anti-nosotros. Más claro el agua.


Encuentro tan complicado este tema, y veo tantos mensajes difusos, que tengo la sensación de que perdemos el norte cuando nos auto-encasillamos dentro de una "tendencia". Yo siempre he dicho que soy de izquierdas; está claro, ¿no? Para mí tiene un significado mucho más amplio que la simple etiqueta por asignación a determinados partidos políticos, es decir, por poner los ejemplos más cercanos que tengo, no tengo por qué estar de acuerdo con todo lo que IU escribe en su programa, y ni qué decir tiene que no se puede asegurar tampoco que votar al PSOE sea cosa "de rojos" (al menos hoy día, no). Entonces me pregunto: ¿cómo salir de la rueda sin ser indiferente al mundo y sin ser insensible a la injusticia? ¿Es realmente posible ser apolítico de verdad? ¿Cómo se podría expresar todo lo que ebulle en la cabeza sin caer en un lugar u otro? Porque al igual que me gustaría encontrar ese camino, honestamente, creo que todo lo que uno piensa y dice está en un sitio u otro; las ideologías están definidas hace ya mucho tiempo y las mezclas a veces resultan incongruentes, a mi modo de ver.

Otro tema es por qué nos posicionamos como si nos fuera la vida en ello cuando "gana" o "pierde" determinada opción política. ¿Qué somos? Muy fácil: un rebaño. Valga el ejemplo, sin menospreciar ni a los pastores de verdad ni a sus animales. Al rebaño-sociedad se le hace creer que importa y se le tiene ¿contento?, pero lo que realmente le importa al pastor es que su rebaño funcione y no se le salga ningún miembro de la fila. Con lo que deduzco que al "pastorcillo" de turno, apoltronado en su gran sillón, borracho de poder, poco le importa lo realmente importante, valga la redundancia, porque siempre estará vendido al dinero y al sistema productivo. Con lo que la política hoy en día no tiene sentido alguno. Estés en el lado que estés, todo gira alrededor de lo mismo (también es verdad que en un lado más que en el otro). Pero insisto: ¿cómo articularse en lo apolítico? Por más que intento estructurarlo, no me sale el croquis.

Y sin embargo, estoy convencida de que llegados a ese punto, al de la apolítica de verdad, llegaríamos a ser auténticamente libres. No sé. Si alguien tiene alguna idea, por favor, que me la preste, porque no me gusta este circo. Y ya termino, con la famosa cita de la antropóloga Margaret Mead que dice: Nunca dudes de la capacidad de un pequeño grupo de ciudadanos comprometidos y conscientes para cambiar el mundo. De hecho, son los únicos que lo han logrado.

sábado, 28 de mayo de 2011

Los gatos

Me fascinan los gatos. Y además los conozco muy de cerca. Vivir tanto tiempo con ellos me ha hecho tenerles en una consideración especial. Por eso, el texto de Michel Odent que reproduzco hoy, me conectó en su momento con algo conocido y ancestral pero relegado a algún lugar del subconsciente. Dice así:

... He aprendido mucho de los gatos. ¿Puede haber alguna relación entre la presencia de gatos en una casa y un parto rápido?... Por lo que he observado, sí existe relación. Un tema nos lleva  a otro; si existe relación es tal vez porque el amor por los gatos y la capacidad de parir fácilmente son dos aspectos de un mismo tipo de personalidad. La persona que ama a los gatos es amiga del silencio, y esto significa que le gustan cierto tipo de caricias, dar a los que piden y amar cuando no se puede esperar nada a cambio. Implica también aceptar la pérdida de control que supone el comportamiento animal, aceptar ser dominado por los hechos. Pero tal vez sea a la inversa, tal vez sea vivir con gatos lo que va moldeando la personalidad. En la vida cotidiana, ¿es posible tal vez que los gatos aporten tranquilidad, serenidad y relajación para regular las hormonas del estrés? ¿O quizá están dotados de un misterioso poder? ¿Podrían influir en el desarrollo de un parto con su simple presencia? No hay que olvidar que en Egipto se veneraba a los gatos como animales sagrados y se momificaban sus cadáveres... Y todavía podemos añadir que Bestet, la diosa del amor y la fertilidad, tenía cabeza de gato y cuerpo de mujer. ¿Es posible que los gatos tengan propiedades bioenergéticas que somos incapaces de identificar e interpretar? Estos animales tienen fama de estar dotados de capacidades metafísicas. ¿En qué se basa esta creencia?



Una terapeuta londinense permite que sus gatos se paseen libremente por el consultorio, y ha observado que se sienten atraídos especialmente por las embarazadas y su abdomen. Algunas médiums afirman que necesitan la presencia de gatos para poder manifestar mejor su clarividencia. También se ha visto que se sienten más atraídos por ciertas personas que por otras y les gusta especialmente estar encima de algunas partes del cuerpo como el epigastrio o el cuello. Estas partes corresponden precisamente a dos chakras, esos centros sutiles descritos por los iniciados hindúes que sólo funcionan a pleno rendimiento en una minoría de seres humanos y que los yoguis saben cómo estimular conscientemente. El comportamiento de los gatos es realmente misterioso en muchos aspectos. No se comportan como los perros por lo que respecta a las influencias telúricas y electromagnéticas; se ha observado que suelen colocarse encima de zonas perturbadas como si quisieran reequilibrarlas, regularlas, incluso con cierto instinto de protección.

No hay que olvidar que para algunos psicoanalistas el gato es, por encima de todo, un símbolo femenino. Jung otorgó al gato un simbolismo erótico en su estudio de los sueños y en su interpretación del origen de las enfermedades mentales.

Personalmente me he sentido atraído de forma especial por los gatos más que por los perros o cualquier otro animal doméstico porque los gatos se comportan de un modo muy particular en un parto en casa. Son absolutamente discretos; pasan desapercibidos pero allí están. Parece que se dan cuenta de todo lo que sucede a pesar de su aire indiferente. Es como si captaran la importancia del acontecimiento, su carácter sagrado. Hay una especie de recogimiento en su actitud casi meditativa. Para las comadronas del futuro, el comportamiento de los gatos durante el parto podría ser un ejemplo a imitar. El arte de la comadrona consistiría precisamente en saber pasar desapercibida y al mismo tiempo ser capaz de detectar cualquier anomalía, arte que está relacionado con los aspectos más profundos de la personalidad...

Hoy más que nunca me siento felina. Pero aún no tengo claro si los gatos me buscaban a mí o era yo quien los quería encontrar. ¿Quién eligió a quién?

Texto extraído de "El bebé es un mamífero" de Michel Odent

miércoles, 25 de mayo de 2011

Parir y nacer con tranquilidad

Hay un dicho mejicano que reza: “De todas maneras, todo son maneras”. Efectivamente, hay maneras para todo, y para parir y nacer también.

En el momento actual, en nuestro país, donde la tónica dominante es la del parto medicalizado, todavía es muy habitual encontrar comentarios desafortunados acerca de parir y nacer en casa. A mí me han dicho de todo, entre otras perlas una muy común: “menos mal que salió todo bien”. Y termino cansada de contestar siempre lo mismo, que ha sido una decisión consciente, respaldada por abundante información de calidad, y que además cuento con una experiencia hospitalaria previa que ¿afortunadamente? me ha hecho ver las dos caras de la moneda. La atención hospitalaria al parto dista mucho de ser la ideal y se pasa por el arco del triunfo las recomendaciones de la OMS.

Mi primer parto podría haber sido maravilloso, pero no lo fue; fue un parto normal más para las estadísticas hospitalarias, pero un auténtico fiasco para mí y mi hijo Álvaro. Estuve en casa con mi pareja una parte muy importante de la dilatación. Cuando llegué al hospital, me dijeron que estaba de parto. “¡Válgame Dios! ¡Claro que estoy de parto, por eso he venido!” Como se dice coloquialmente, se me cortó todo el rollo, y comprobé que en efecto, las mamíferas necesitamos intimidad para parir, y la desconexión del neocórtex es imposible cuando entras en un sitio diferente a tu cueva, sobre todo si es un lugar hostil. A pesar de toda la información que manejaba, y de tener claro qué cosas no quería, acabé con regalos varios en forma de enema por protocolo, rotura de la bolsa por decreto, oxitocina sintética porque sí, prohibición de deambular, con el consiguiente sufrimiento y posterior epidural, me mutilaron, porque “ya que estábamos”, sin darme apenas tiempo a que todo fuera a su propio ritmo… o sea, me lo llevé todo. Entré en el miedo; el miedo no deja fluir la oxitocina natural, en su lugar la adrenalina campa a sus anchas. Cuando Álvaro nació, todos me decían que estaba muy espabilado; no sólo estaba espabilado; por sus venas corría la misma adrenalina que me corría a mí…

Mi segundo parto sí que fue maravilloso, no perdí la conexión con lo que me ocurría, no salí de mi cueva, las personas que me atendieron me regalaron todo su tiempo y confianza, y con ello, la fuerza para afrontar los fantasmas antiguos del miedo. Y se consigue. Todo fluye. Gael nació sin prisas, sin adrenalina de por medio, con tranquilidad, la misma que respiraba yo.

¿Cuándo entenderemos que justo lo que necesitamos se nos niega? Más tranquilidad otorga más control; la paradoja está en que se obra al revés: controlamos para estar tranquilos, pero eso genera nacimientos y partos anti natura, abrazados por el miedo y la inseguridad. Y eso es sólo el comienzo…

Este texto lo publiqué originalmente en el Blog de "El Parto es Nuestro", el 19 de enero de 2011

lunes, 23 de mayo de 2011

Conocer y disfrutar la sexualidad

No soy sexóloga, pero me gustaría mucho. Me fascina el tema y encuentro que es tan interesante como importante. Por eso, leo mucho e investigo, me gusta hablar con mujeres acerca de ello y he observado que aún hoy en día "algo" va mal...  Acabo de terminar "Mujer deseada, mujer deseante" de Danièle Flaumenbaum y quiero reproducir textualmente unas páginas que encuentro reveladoras como punto de partida para abordar el sexo y la sexualidad aquí en el blog. Veo además que es un aspecto que entronca de lleno con lo interior, con las catacumbas de la psique, así que le otorgo aún más valor si cabe.

... Muchas mujeres preguntan lo mismo: cómo afrontar sus dificultades para vivir su feminidad, estar satisfechas de ser una mujer, saber ser deseadas y deseadoras.

Contrariamente a las apariencias de libertad, las mujeres siguen siendo depositarias de transmisiones femeninas que las cortan en dos, y de dos maneras. Un primer corte las priva de toda comunicación libre con los hombres. No es que no los deseen. Su deseo existe, pero una pantalla invisible hecha de prohibiciones, vergüenza, culpabilidad, ignorancia y ausencia de confianza en sí las envuelve en una bruma que las separa de los hombres y les impide expresarse libremente. La emoción les hace perder sus medios. Ya no saben escucharles ni hablarles. Como no se atreven siquiera a mirarles, se quedan petrificadas y mudas, o bien se agitan súbitamente y se ponen a hablar de cualquier cosa, salvo de lo que quisieran decir, como si su deseo las volviera locas.

El otro corte que sufren es de naturaleza energética. Se trata de una verdadera división, una separación entre lo alto y lo bajo de todo su ser, el espíritu y el cuerpo, los pensamientos y el corazón, el corazón y el sexo, el pensamiento y el deseo. Esas mujeres no llegan a sentirse plenas. No han podido tomar posesión de su integridad, ni establecer una unidad entre sus pensamientos y su cabeza, sus sentimientos en su corazón y sus sensaciones, que sienten en su sexo. Así, no llegan a vivir su sexualidad como quisieran, y cuando están con un hombre, no logran sentir el goce que esperan.


Imagen de Georgia O`Keeffe

Una herencia social y cultural particularmente pesada

En la época de nuestras abuelas y bisabuelas, la sexualidad de placer era tabú: era un pecado carnal. Esa sexualidad existía en las casas cerradas, donde se intercambiaba por dinero, o era vivida por mujeres "fáciles", a las que se consideraba putas. Nuestras abuelas eran todas más o menos "palomas blancas", inocentes e ignorantes, nunca habían sido preparadas para considerar su propio sexo y mucho menos el del hombre. Nadie las había informado sobre su futura vida de mujeres.

De modo que no tenían ninguna idea de lo que iban a vivir en su noche de bodas, pues sus madres, abuelas y tías rodeaban esa sexualidad de un misterio de murmullos que nada enseñaba a las más jóvenes. Así, estaban obligadas a ser vírgenes, no sólo en su cuerpo, sino también en su cabeza. Lo único que podían imaginarse de su futuro era que iban a tener hijos. De modo que, al llegar al matrimonio, tenían todas las aprehensiones del mundo y esperaban que el marido las informara de esa cosa sin nombre que era la sexualidad: lo esperaban todo de él. La mayor parte del tiempo, el marido se quedaba mudo, no sabía decir una palabra sobre su propia sexualidad y mucho menos sobre la de su mujer. Ese mutismo pretendía respetarla, ya que las únicas palabras para nombrar la sexualidad eran rudas y vulgares...

Como decía, lo tomo como un punto de partida...


jueves, 19 de mayo de 2011

Desobediencia. Algo se mueve

Cuando te indigna algo, te conviertes en alguien fuerte y comprometido. Esta frase tan bonita y sencilla es de Stéphane Hesse, autor de "¡Indignaos!" y único redactor aún vivo de la Declaración Universal de Derechos Humanos de 1948. Hesse, a sus 93 años, pone la voz de alarma a lo que está ocurriendo en la sociedad de consumo, bajo la dictadura de los mercados, tan sutil y disfrazada de progreso y modernidad.

No parece tan evidente que haya motivos para la sublevación; no hablamos de invasiones fascistas descaradas, pero el capitalismo salvaje tiene un hambre voraz y parece no haber nada ni nadie que lo detenga. Que no se equivoquen los que se encuentran apoltronados en sus tronos ávidos de poder, porque hay un grupo de ciudadanos, personas comprometidas dispuestas a no doblegar el espíritu crítico y creativo.

La movilización o movimiento 15-M de estos días me anima sobremanera. El grado de indignación alcanzó una cota, que sin entrar a valorar si es alta o baja, fue la suficiente para detonar aquello que llevamos dentro y que queremos (y debemos) proteger como un tesoro: la existencia humana, entendida en términos de libertad, co-existencia, solidaridad...



El poder del dinero nunca había sido tan grande, insolente, egoísta con todos, desde sus propios siervos, hasta las más altas esferas del estado. Todo va ligado, y dentro de la madeja en la que estamos aprisionados, que no presos -puesto que tenemos la posibilidad de deshacer en parte, y poco a poco los hilos - vemos cómo se toman decisiones que afectan a aspectos como el pensamiento, dirigido a ser uniformado y homogéneo, a no caer en la tentación de salirse de la fila. Desde la escuela se fomenta este modelo y entonces, lo más fácil tras años de (de)formación, es salir con el cerebro lavado y listo para ser carnaza del sistema productivo. Habremos aprendido que el objetivo de la vida es acumular, lo que sea, cayendo en el desinterés por las desigualdades e injusticias; el moldeado de la persona ha sido perfecto. Por eso es tan importante el sentido (auto)crítico, sin él estamos vacíos de contenido. No me resulta extraño ver cómo cada vez más profesionales de la educación se descuelgan del sistema y rompen el vínculo con lo reglado, porque afortunadamente al final no todos terminan moldeados.

Si permitimos a los niños y jóvenes elegir en función de lo que su naturaleza les pide, si les escuchamos de verdad, sin miedo a que nuestra estructura mental-emocional se rompa, estaremos abriendo barreras auto-impuestas. Claro que para eso también es necesario a su vez que nos cuestionemos a nosotros mismos sin miedo.

Y paradójicamente, mientras escribo ésto, voy sentada en un tren, camino de una gran ciudad para trabajar en una gran empresa, siendo una marioneta más del sistema asfixiante y sin ¿poder hacer nada? por la causa. Aún así, y como dice una gran canción... me siento hoy como un halcón llamada a las filas de la insurrección.

martes, 17 de mayo de 2011

Un nuevo paradigma

Dice Michel Odent que para cambiar el mundo, hay que cambiar la forma de nacer. Yo no puedo estar más de acuerdo con él, en ésta, nuestra era, la de lo tecnológico por encima de lo humano. Pero eso es sólo parte del principìo; me remontaría a mucho tiempo atrás incluso.

La conciencia de un mundo diferente pasa por re-concebir los pilares básicos de la vida, la existencia y el Universo en general. Y ya que de re-concebir se trata, me permito la licencia de enlazar esta idea a lo que interpreté del destilado que surgió el pasado sábado en la conferencia de María Jesús Blázquez. Tuve el inmenso placer de, no sólo escuchar su ponencia, sino también de compartir ideas en una conversación de tú a tú muy interesante, muy desde el corazón y sobre todo, muy esperanzadora. María Jesús es catedrática de Biología y Geología y de eso hablamos, de Biología, de Bioquímica, de una nueva concepción de la Biología, de una nueva forma de descubrir el mundo en el que nacemos y al que venimos; hablamos de maternidad, de maternaje, de parto mamífero, y de lucha insumisa desde el respeto.

Momento íntimo con María Jesús

Durante sus charla, tuve una visión. Enganchada a esas imágenes representativas del orgasmo femenino y las ánforas neolíticas como iconos del útero, de la matriz primera que alberga la vida, me imaginé como si de un sueño (posible) se tratara, escenas cargadas de autenticidad. Ví mujeres disfrutando de verdad de la potencia de su sexualidad, sin condicionantes ni prejuicios, empoderadas pariendo a sus hijos en libertad, sabiendo cuál es su lugar en el mundo, sin ser cuestionadas, sin necesidad de enfrentarse a la sociedad entera por explicar cómo quieren que sea su vivencia como mujeres. Sin demostraciones absurdas de la valía a través de la equiparación ficticia con el hombre.

En el marco ecológico, entendido como la ubicación primigenia de todo lo que existe, la armonía vendría sola, sin planes ni estrategias modernas, según la necesidad de alcanzar la vida en la naturaleza, de forma salvaje. Y entonces, dedicar el merecido tiempo y la energía necesaria para favorecer la escucha interior y la entrega a la Vida, en todas sus vertientes y con todas sus consecuencias.

El aire del cambio lo estamos respirando. Hay mucho que hacer, pero el principio está en lo inmediato, en lo que podemos hacer y en lo que sentimos, en ser responsables de nuestra existencia, en no dejarse doblegar por lo externo a uno mismo y conseguir así ser más libre. Por extensión, la libertad da paso a la autenticidad.

domingo, 15 de mayo de 2011

Conociendo a los indios

Tenía unos 19 años cuando leí por vez primera la Carta del Indio Seattle de la tribu de los Swamish, enviada al Presidente de los Estados Unidos Franklin Pierce, en 1855. En aquel momento me impresionó tanto, que la leí docenas de veces. Conecté enseguida con aquello que el Jefe Swamish narraba. Me llegó muy dentro la resignación con la que explicaba cómo la toma de las tierras por el hombre blanco traería consecuencias nefastas para la Naturaleza, para su pueblo y para el hombre en general. La sabiduría de estas tribus hace que este mensaje sea absolutamente visionario en el contexto de su época y hoy vemos cumplido, paso a paso, todo lo que vaticinaba.

Desde entonces, he sentido debilidad por los indios de América del Norte. Ya de niña no me gustaban las películas de indios y vaqueros; ahí empezaba a darme cuenta de que las historias se contaban sesgadas y de que algo injusto ocurría. Yo estaba del lado de los indios; mi madre siempre me ha dicho que he sido "abogada de pleitos pobres"; ni qué decir tiene que no entendía por qué me llamaba algo tan complicado, y ahora que ya lo entiendo, me gusta pensar que fui así siempre.

Por eso cuando leí la carta, lo integré y comprendí todo. Algo me hacía sentir como una india. Y entonces, comencé a investigar sobre las diferentes tribus, sus costumbres de vida, sus valores, me aboné a las plumas en las orejas y a los chalecos de flecos... Quería saber más y entonces conocí más tarde el chamanismo; me atrapó su relación con la filosofía e intentaba aplicar parte de sus principios a mi vida cotidiana, cosa casi imposible dicho sea de paso. Era una utopía en aquel momento viajar a América y descubrir otras culturas basadas en el respeto a lo humano y lo sobrehumano.

Años más tarde, aprovechando uno de mis viajes de trabajo a Estados Unidos, me tomé unos días de vacaciones y me aventuré por Arizona, conocí el Grand Canyon y Monument Valley, lo que antaño fue territorio Navajo, donde John Ford rodó muchas de sus películas. Al margen de la espectacularidad de esos paisajes, se me cayó el mundo encima.


Monument Valley, territorio Navajo

Lo que debió haber sido un paraíso natural y en equilibrio con el hombre, el hogar de los Navajos es hoy en día una reserva donde los indios que quedan viven condicionados por la occidentalización impuesta durante tantos años. Lo más triste de todo fue comprobar que muchos de ellos se refugiaban en el alcohol, así eran sus vidas robadas. No supe ni pude olfatear rastro alguno de la esencia de ese pueblo, que yo había imaginado en armonía con la Naturaleza.

Tanto el libro como la película "Bailando con lobos" me emocionan porque cuentan la vivencia de un hombre moldeado según patrones occidentales, pero capaz de conectar con algo diferente, más allá del poder y la ambición ilimitada de una ¿civilización? que tiene en desconsideración absoluta a la Tierra y los hombres y desoye las leyes naturales. Quedan pocos refugios auténticos en el mundo y parece que involucionamos sin remedio, pero me niego a rendirme y entrar en la resignación del que cree no poder hacer nada. Podemos hacerlo, por ejemplo, empezando por uno mismo.

sábado, 7 de mayo de 2011

ATENCIÓN: Zona Hipócrita

Me enfrento cada día a la hipocresía generada alrededor de cosas más o menos importantes, pero veladas por la indiferencia y la no conciencia. Esa NO-conciencia es nuestra perdición, como individuos y como sociedad. La manada no existe, se disgrega, porque para hacer manada es necesario caminar en la misma dirección, conectar con lo esencial y lo que de verdad importa. Y no es lo mismo que hacer equipo, que me suena como algo más marketiniano, muy propio de estos tiempos.
Veo determinada gente pasar, enfrascados en sus vidas inventadas, que no vividas, ajenos a ellos mismos, anhelantes de algo que está por venir, pero fuera de la esfera de lo humano.  Oigo aplausos, de mentira, sin sentimiento, en un gesto diplomático, pero no hay ninguna emoción detrás. Y me hace gracia, porque cada vez me siento más ajena a todo ello, pero en absoluto fuera del mundo -mensaje que me hacen llegar como si fuera una doctrina a seguir: para estar en el mundo, tienes que entrar por el aro-. Bueno, no siempre, creo que cierto grado de libertad tenemos y que el aro se puede evitar simplemente porque vamos por otro sitio. No es una cuestión de llevar la contraria, es una cuestión de fidelidad a uno mismo.

Pero toda esta reflexión viene al caso porque me pregunto hasta qué punto nos pueden influir los puntos de vista de otros, y sobre todo, de qué manera pueden llegar a manejar los hilos de la existencia de cada uno mediante la mentira y la manipulación a través de algo poderoso como el miedo. Vivimos con miedo, con muchos miedos, la mayoría de ellos impuestos por la mente colectiva, pero más allá de éstos se puede vivir con serenidad; lo único que hay que hacer es liberarse de ellos, que es la parte más difícil y tediosa de todas.
Perdidos los que se agarran como lapas a la condición social, económica, laboral como bote salvavidas. Es una falacia. ¿De qué servirá cuando la más terrible de las soledades, la soledad de espíritu, aceche? ¿Cuándo se recupera el tiempo perdido? Nunca.
Mientras escribo, me encuentro rodeada de personas que no miran a los ojos, que anteponen intereses ajenos a lo humano, a su propia integridad personal. La premisa es que es mejor no pensar para no actuar, no cuestionarse para no ser cuestionado. Es mucho ¿mejor? aprender a contestar lo que quieren oír que hacer valer la propia voz, así se puede ascender en la escala (¿quién diseña la dichosa escala?) en detrimento de lo esencial.
No lo quiero para mí. Me siento tan lejos de todo ello, que me invade una sensación muy reconfortante, incluso llego a sentirme mejor persona, que no personaje. Y cuando por exigencias del guión tengo que ponerme el disfraz, siento que me traiciono. Sería contradictorio de otra manera. Inevitable.
Y mientras tanto, a seguir buscando atajos auténticos, para vivir y no sólo sobrevivir.