miércoles, 17 de noviembre de 2010

Mi primer bebé, mi primer hijo

Álvaro nació hace 32 meses, llenando mi vida por completo, brindándome la oportunidad de mejorar e incluso renacer como persona y como mujer, a la vez que nacía como madre. Es muy difícil plasmar los sentimientos que me han aflorado en este tiempo, lo que me sigue enseñando cada día este pequeño rubiete de ojos alegres y colmado de una energía que nunca ví en nada ni nadie.

Todos sus pequeños pasos, uno a uno, han sido y son disfrutados al máximo, la felicidad nos recibe a cada momento. Paralelamente, he ido trabajando la toma de conciencia de que mi hijo no es una prolongación de mí, ni un apéndice, ni tampoco un legado ni una propiedad. Es mucho más que eso, es una vida íntegra, propia, de la que no soy dueña, sólo le doy toda mi ayuda, mi energía y mi dedicación para que vaya encontrando su sendero, lo elija según su criterio y sus necesidades vitales y emocionales. Eso es el sumun del amor incondicional. Hijo, haz lo que desees hacer en tu vida, siempre tendrás mi apoyo.

Álvaro-bebé nos “enseñó” a ser padres. Nos mostró cuán grande es la capacidad de amar a un hijo, nos pintaba sonrisas con cada gesto; a nivel personal me regaló un puerperio intenso, facilitador de mi búsqueda genuina… y el tiempo va pasando.

Gael, su hermano, nació el pasado 1 de Noviembre y tras los primeros días de euforia por un precioso parto y nacimiento, me invade una nostalgia desconocida hasta ahora. Mi primer bebé, mi primer hijo, está creciendo mucho; le miro y quiero vislumbrar aquel bebé que fue, al que recuerdo tanto cuando miro también a Gael. Pero no quiero caer en la trampa. Son igualmente maravillosas todas las etapas que se van sucediendo y tomo las vivencias primeras con mi primer bebé como enseñanzas únicas, muy valiosas, y las guardo como un gran tesoro en mi memoria, porque siempre estará él para recordarme la plenitud de la vida, la generosidad que muestra cuando se confía en ella… y siempre habrá un espacio privilegiado en mi corazón para mi primer niño, por ser especial en sí mismo y porque lo merece sin condiciones.


Comienza la separación emocional mamá-bebé que lleva tantos años y de la que tanto he leído, y me siento contenta de estar brindando a mi pequeño rubiete tantos besos, tantos abrazos y tanto sostén emocional sin límites. Sin embargo, se me escapan lágrimas al pensar en esa etapa única que vivimos junto a él como primer bebé.

A mi hijo Álvaro