Este pasado verano tuvimos con nosotros dos pedacitos del Sáhara Occidental, dos granitos de arena del desierto; se llaman Moustapha y Sidi y fueron una revelación, configurando una experiencia única y enriquecedora para todos.
Después de lo ocurrido recientemente a nivel político y tras mucho tiempo viendo la injusta existencia que sufre el pueblo saharaui desde hace décadas, quiero rendir mi particular tributo a ambos, y hacerlo extensivo a sus familias, a su pueblo, a su cultura y a su identidad como país. Qué rabia e impotencia me producen el pensar que las vidas de tantas personas se vean truncadas por la tiranía, las decisiones políticas inapropiadas de ajenos, por la invasión...
Hablamos con Moustapha el otro día. Sigue teniendo la misma alegría de siempre, pareciendo ajeno a lo que acontece en su tierra. Habló con Álvaro, ilusionado al comprobar que efectivamente era capaz de entenderle, ahora que empieza a decir palabras de verdad. Nos preguntaba si había nieve por aquí. Los dos la vieron por primera vez este verano, en las cimas de los Pirineos.
A Moustapha le fascina el frío por desconocido, y a Sidi el mar por la misma razón.
Espero y deseo que algún día puedan volar libres y ser embajadores de su tierra allá donde vayan. En nuestros corazones permanecen.
Moustapha y Sidi en una playa del Cantábrico |
No hay comentarios:
Publicar un comentario