Hace más de un año empecé a escribir una breve reflexión en el lugar donde mi padre moriría unas horas después. Aquella noche compartía con mi hermano una habitación en la que se mezclaban la ternura con la tristeza, el alivio con el dolor y otras tantas sensaciones imposibles de recoger en un escrito, al menos por mi parte. Hoy quiero convertir aquel boceto que conservé en un bolsillo de la cartera, en una carta llena de pretensiones, en toda una declaración de intenciones, y en algo que necesito mostrar, que sale de mi corazón directo al tuyo...
Querido Hermano:
Menudo torbellino de emociones. Hay mil recuerdos que se me agolpan en la cabeza, que pasan a toda velocidad como en una película que avanza deprisa. Parece que esto no es real, y sin embargo, lo es; estamos juntos en uno de los momentos más críticos de nuestras vidas, la vida compartida, y la vida de nuestro padre. Papá se va, pero se va sólo en cuerpo; aquello que tanto siento últimamente en mí, lo espiritual, es mucho más fuerte que todo lo demás. De alguna manera, no me siento sola, duele la pérdida, pero no estamos solos. El siempre estará en nosotros, como parte indisoluble de lo que somos.
El ambiente propicia nuestro encuentro, el encuentro de dos hermanos que se adoran, que tienen mucho compartido, mucho por compartir y mucho por llorar. Y en este momento compartimos lo más doloroso de nuestra vida. Esto es parte de la vida, por mucho que duela. Y así, puedo llegar a sentir con mucha intensidad ese hilo invisible que nos une, que nos separa si lo estiramos, pero que nunca se rompe, porque hay algo muy poderoso que lo teje. Así es, y así será. Porque no hay nada que pueda cortarlo, tan sólo nosotros, y eso, querido hermano, hay que quererlo hacer. Yo no lo haré, porque eres TU y porque soy YO, y porque ese TU y YO es importante para mí, y porque en ese juego simbiótico nos sentimos bien. No somos iguales, pero nuestras verdaderas esencias se atraen; tenemos diferentes identidades y sin embargo provenimos de la misma fuente, aquella que nuestros padres nos regalaron.
Tras estos momentos de auténtica tormenta emocional, te digo una vez más: eres único y te quiero así, tal como eres. Más allá del tiempo, más allá de lo terrenal, y más allá de cualquier cosa.
Sonia
Querida hija, no sabes, la emoción tan profunda que siento al leer las palabras que diriges a tu hermano. Siento dentro de mi un poco más confianza, en el sentido, que a lomejor, mis temores son fruto de mi mente, siempre buscando respuesta a todo; es algo, que no puedo evitar.
ResponderEliminarEn esos momentos tan duros, que os ha tocado vivir, es cuando realmente sientes la prximidad de los seres queridos. Tu y tus hermanos, siempre habeis tenido una gran complicidad. Por eso, querida hija, mi inquietud ante vuestro alejamiento de los últimos años, me tiene bastante, preocupada. Reitero lo que decia antes, soy así. Es posible que mis temores sean infundados, nada me gustaria más. ¡Ojalá! Ninguna fuerza externa a vosotros, sea capaz de romper ese hilo, invisible, pero, que existe como tu bien dices.
Te quiero, no sabes cuanto, aunque aveces no se capaz de expresarlo.
Un beso grande.