jueves, 1 de agosto de 2013

En busca de la estrella

Contemplé las estrellas durante unos minutos. Percibí las variadas y caprichosas formas de las galaxias y entendí que aquello no podía ser fruto del azar. El firmamento salpicado de luces era de una belleza abrumadora y éstas iluminaban el perfil de la montaña en esa noche libre de nubes, la más bonita para mirar, ir al fondo y conectar.

Y entonces me pregunté cuál de todas aquellas estrellas sería la mía. Hablé a todas ellas, busqué una señal, intenté concentrarme en alguna que latiera al unísono conmigo mas no la encontré. Por un momento afloró el enfado del que necesita desesperadamente aliento y le falta, y siente que se lo niegan. 

Cuando entré en ese espacio de silencio que permite la contemplación de lo de fuera, al mismo tiempo que hacia dentro, comprendí que no necesitaba ninguna estrella, que ninguna podía responsabilizarse de mí, que ninguna en concreto podría ser para mí jamás, porque yo era Una con todas ellas y mi guía estaba donde estuvo siempre: en mi interior. Así que decidí confiar en mis intuiciones y capacidades y ahora cada noche las saludo desde mi terraza, mientras hago de nuevo silencio, y les agradezco el acompañamiento amable que no requiere palabras, tan sólo presencia.

Gracias Universo...


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