Como en una película cruzan mi cabeza imágenes de otros momentos ya lejanos, recuerdos inconscientes se evidencian ahora; le recuerdo, entre otras situaciones, jugando al fútbol con su equipo, tan joven y ágil, tan flaco y guapo, quizá porque es así como quiero recordarle y también porque quizá se haga menos dolorosa la contemplación de su decadencia. Reflexiono acerca de la transformación tan profunda que sufrimos a lo largo de la vida, a todos los niveles, pero sobre todo no me explico por qué hay finales tan crueles.
Me pregunto en este instante de dónde saco la fortaleza para acompañarle sin venirme abajo. Porque yo he de reconocer que no tengo (aún) asumido ni interiorizado aquello de aceptar nuestra naturaleza transitoria y así darle mayor sentido a la vida. Quizá porque la presencia de mi hijo pequeño ha conseguido hoy arrancarle más de una sonrisa, aquellas que últimamente no tiene. Alguna energía le transmite que le beneficia y paradójicamente, uno está a punto de echar a andar y el otro lo ha dejado de hacer ya...
A mi padre y a mí nos une mucho la política y hemos disertado bastante del tema. Y hoy me ha pedido que me lleve todos sus libros donde están sus referentes ideológicos. Y mientras los ojeo y los coloco, no puedo dejar de llorar por lo que fue y es.
nosotros tenemos una esencia intrasferible, pero cuando tenemos hijos, parte de nuestra esencia se tranfiere, aunque sea pequeña, por eso cuando vemos a nuestros nietos somos tan felices, porque , ahora , que nos damos cuenta de nos vamos a ir, parte de nuestra esencia esta sonriendo y babeando, como si no importara nada, con toda la vida por delante para seguir ...transmitiendome eternamente
ResponderEliminarSonia, bonita, te leo con esto, te doy un abrazo de oso.
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