Estas son sólo algunas de las reflexiones que me he hecho en estos (pocos) años que llevo siendo madre, pero que han supuesto un vuelco tan grande en mi forma de concebir el mundo, la vida interior, la vida en comunidad y la vida en general, confirmándome por qué tenía esa inquietud que no terminaba de aflorar… Me quiero centrar en esta entrada en lo que llaman conciliación familiar y laboral.
Fuimos padres por primera vez en marzo del 2008. Más allá del cambio vital que supone la llegada de un hijo, comenzamos a caminar de la mano de ideas que iban y venían, replanteamientos del significado de las cosas, cuestionamientos de lo realmente importante, es decir, dando prioridades según íbamos “aprendiendo” a ser padres consecuentes y lo más coherentes posibles con nuestro pensamiento y filosofía. Entrecomillo aprendiendo porque estoy convencida de que todos albergamos en nuestro interior al hijo, al padre, a la madre, a la abuela… es algo que no se enseña ni se aprende, como a controlar esfínteres, es algo que surge como parte de la evolución natural personal. Otra cosa es que nos hayamos dejado adormecer por la vorágine de esta sociedad impersonal y que nos dicta lo que hemos de ser y cómo hemos de funcionar.
Así, y a título personal, me fui dando cuenta de que el montaje de la trama en la que vivimos, obligaba a tomar una serie de decisiones que iban contra natura, y en concreto, iban en contra de lo que yo pensaba y sobre todo sentía, porque en innumerables ocasiones el pensamiento está condicionado por lo socialmente aceptado, lo que se espera de uno, lo que está “bien visto”. Según andas y ahondas en ti, vas soltando esos lastres culturales, vas llegando a conclusiones tan obvias…. y tan difíciles de casar con esos condicionantes…Entonces debes tomar una determinación:
- o haces lo que es normal, en el sentido de habitual, lo que hace todo el mundo y te desconectas una vez más de tu esencia
- o haces lo que te pide tu cuerpo, tu alma y tu corazón, siéndote fiel a ti mismo
Yo hice lo segundo junto a mi pareja. Estábamos en el mismo barco. Teníamos clara la prioridad. Queríamos, porque así lo sentíamos, un estilo de crianza basado en el apego, en el contacto continuo, en la lactancia materna continuada, en el compartir lecho, en los besos, en los abrazos, en la confianza y el respeto hacia esa persona tan pequeña, en la no escolarización precoz…
De esta forma, decidimos que uno de los dos se quedaba en casa con el peque. Es una de las decisiones más importantes que hemos tomado, aunque muchos no lo entiendan, porque además, nuestro caso es peculiar. Como madre, me encantaría estar con mis niños (pluralizo ahora que se acerca el nacimiento de Gael) en casa. Como mujer consciente del lugar en el que nos ha tocado vivir (hasta que decidamos ese salto que espero para algún momento no muy lejano) medité y meditamos juntos también. Necesitábamos una solución global, familiar; de nada nos servía que yo dejara de trabajar si no iba a contar con la compañía del padre, dado que trabajaba en unos turnos que le permitían tener tan sólo dos ó tres horas al día de vida familiar de verdad. Sin embargo, mi caso era (es) diferente: sin horarios agobiantes, con muchas posibilidades a varios niveles, con una libertad inusual en el mercado laboral. Estaba claro. Papá se quedó en casa y todos contentos. Los posibles problemas que a priori pudieran aparecer se solventaban sin ninguna dificultad, como por ejemplo con la lactancia. En ningún momento mi bebé tuvo que ser alimentado a biberón, no adelantamos en absoluto el ofrecimiento de la alimentación complementaria. Me hice amiga íntima del sacaleches durante el primer año y comprobé que si quieres y crees en algo, puedes. De hecho, llevamos 31 meses de feliz lactancia.
Basada en esta experiencia personal, me reafirmo en mi convicción de que es fundamental una figura en casa y si son las dos, muchísimo mejor. Nosotros vivimos muy felices así, estamos en total sintonía, compartimos todos los pasos de nuestro pequeño y nada nos detiene. El tiempo es nuestro. La vida también.
No obstante, seguiremos luchando de la manera que podamos para que en un futuro, esperemos no muy lejano, las madres puedan disfrutar de una baja maternal en condiciones, al menos acorde a las recomendaciones de la OMS , para que la crianza se considere un tema prioritario y dejemos, en general, de servir a la sociedad como meros fabricantes de mentes uniformadas, obedientes y entregadas a la causa, o sea, a las empresas, a la dinámica de generar dinero y a la alienación del ser humano. Al menos mis hijos mamarán esta manera de ayudar al mundo, recuperando lo que perdimos no hace mucho, nuestra sabiduría que no necesita manuales, nuestro poder y autoestima que no está supeditada a reconocimientos profesionales y demás insustancialidades. Hubo un tiempo, hace varios años, en que necesité reafirmación en mi trabajo; suerte que me dí cuenta del vacío que escondía aquello. No necesito demostrar nada a nadie, ni siquiera a mí misma. Lo que de verdad importa está dentro de nosotros, y lo dejamos escapar engañados por los posibles sueños que en la realidad nunca alcanzas porque son humo, sin autenticidad. Merece la pena llegar a verlo, ¿verdad?
Sonia, brutal el relato de la vida: cruel con los peques y también con los adultos, vida creada por adultos para solo unos pocos adultos.
ResponderEliminarMi caso es parecido al vuestro, aunque por circunstancias es Alba quien se queda con el peque... pero la similitud y prioridad es la misma: una figura cuidadora debe beneficiarse de los avances del pequeño "maestro".
Algo positivo: hay trabajo por hacer y hay ganas para hacerlo.
Mi reflexión y la de Alba (por este orden) sobre este mismo punto la puedes ver en: http://porteame.blogspot.com/
Beso y gracias por venir ayer!!! :-)
Nunca alcanzas los sueños porque son humo, como tú dices. El pasado y el futuro tampoco existen. El que se plantee la vida pensando en lo que hizo o no hizo en aquél momento o en buen "plan teamiento de futuro", la está desperdiciando HOY. Es lo único real, este momento, aquí y ahora. Tu ventaja, Sonia, es que lo has descubierto en el mejor momento de tu vida y muy a tiempo de vivir a tu manera, con el gran apoyo de tu pareja y, lo más importante, a tiempo de EDUCAR a tu manera. Sí, "Merece la pena llegar a verlo". Así que, aunque sólo sea por el beneficio que la superación de tus antiguas inquietudes les va a aportar a tus hijos...Qué te quiten lo bailao, mi niña valiente!!!Te quiero!!
ResponderEliminarPreciosa reflexión, Sonia.
ResponderEliminarGracias!!!
Un abrazo!!!
Qué maravilla tu manera de priorizar y de darse como familia ese regalo de estar juntos y acunar a ese hijo, felicidades!
ResponderEliminarY qué importante que se creen las condiciones para que esa opción de quedarse en casa sea asequible para cada cada mujer que así lo desee y lo decida.
Es muy bueno.....le das mucho ritmo a tus escritos estan llenos de fuerza y de sentimiento.
ResponderEliminarDale cancha a esta nueva faceta que tenías guardada...muchas gracias peque.