sábado, 23 de octubre de 2010

Coherencia- A John Taylor Gatto

La entrada de hoy no es mía, pero quiero plasmar el pensamiento de John Taylor Gatto, gran maestro y revolucionario de la educación. Dejo sus palabras cuando dimitió en 1991, siendo aún "Mejor Profesor del Año" del estado de Nueva York. Este título se le había otorgado en tres ocasiones. Desde entonces, se dedica a dar conferencias sobre las alternativas al sistema educativo vigente y los éxitos académicos alcanzados a través del home schooling o educación en casa, habituales en EEUU y Europa. A pesar de los años transcurridos, la esencia de la educación no ha cambiado, diseñada para el aprendizaje dirigido con pocas o nulas oportunidades de potenciar la verdadera interiorización de ideas y conceptos a través de la curiosidad natural e innata en los niños, que facilitaría además el libre pensamiento y el cultivo de un criterio verdadero, no impuesto de forma sutil; por eso creo que éste es un mensaje atemporal y digno de ser rescatado.


He enseñado en la escuela pública durante 26 años pero ya no puedo hacerlo más. Durante años, pedí al Consejo de Educación local y al superintendente que me dejara enseñar un currículum que no hiciese daño a los alumnos, pero ellos tienen otras cosas de qué ocuparse. Así que voy a dimitir, creo.

He llegado poco a poco a comprender lo que significa realmente enseñar: un currículum de confusión, oposición de la clase, justicia arbitraria, vulgaridad, rudeza, falta de respeto a la intimidad, indiferencia a la calidad, y total dependencia. Enseño cómo encajar en un mundo en el que yo no quiero vivir.

Simplemente, no puedo hacerlo más. No puedo enseñar a niños que esperan que les digan lo que tienen que hacer; no puedo enseñar a personas que dejan lo que están haciendo cuando suena un timbre; no puedo persuadir a los niños para sentir justicia en su clase cuando no la hay, y no puedo convencer a los niños de que crean que los maestros tienen secretos valiosos que ellos podrán conseguir si siguen nuestras disciplinas. No es cierto.

La Educación del Gobierno es la aventura más radical de la historia. Mata la familia al monopolizar las mejores etapas de la infancia y al enseñar a no respetar el hogar y a los padres.

¿Una exageración? Apenas. Los padres no tienen la intención de participar en nuestra forma de educación, todo lo contrario. Mis órdenes como maestro de escuela son hacer que los niños encajen en un sistema de entrenamiento animal, no ayudar a que cada uno encuentre su particular camino.

El anteproyecto completo del procedimiento que sigue la escuela es egipcio, no griego ni romano. Nace de la fe en que el valor humano es un bien escaso, representado simbólicamente por la estrecha cima de una pirámide.


Esa idea pasó a la historia americana a través de los Puritanos. Encuentra su representación "científica" en la Bell Curve, a lo largo de la cual el talento se reparte supuestamente por alguna Ley de Hierro de la biología.

Es una idea religiosa y las escuelas son su iglesia. La ciudad de Nueva York me contrata como sacerdote. Yo ofrezco rituales para mantener acorralada la herejía. Proporciono información para justificar la pirámide celestial.

Sócrates previó que si la enseñanza se convertía en una profesión formal sucedería algo así. El interés profesional se sirve mejor si lo fácil se muestra como si fuera difícil; si se subordina lo laico al sacerdocio. La escuela se ha convertido demasiado vitalmente en un proyecto de trabajos, en un contratista y una protectora del orden social para que pueda permitirse que sea reformada. Tiene aliados políticos que vigilan su marcha.

Ese es el motivo de que las reformas vengan y vayan sin que haya muchos cambios. Incluso los reformadores no pueden imaginar una escuela muy distinta.

David aprende a leer a la edad de cuatro; Raquel, a la edad de nueve: si el desarrollo es normal, cuando ambos tengan trece, no se podrá decir cuál de ellos aprendió primero; la extensión de los cinco años no significa nada en absoluto. Pero en la escuela etiquetarán a Raquel como "incapacitada para el aprendizaje" y a David lo frenarán un poco también. Por un sueldo, hago que David dependa de mí diciéndole cuándo empezar y cuándo parar. Nunca superará esa dependencia. A Raquel la identifico como mercancía de saldo, "educación especial". Después de unos pocos meses, quedará encerrada en su sitio para siempre.

En los 26 años que he estado enseñando a niños ricos y pobres, casi nunca me he encontrado a un niño "discapacitado para el aprendizaje"; casi nunca me he encontrado tampoco con un "dotado". Como todas las categorías escolares, estos son mitos sagrados, creados por la imaginación humana. Derivan de valores cuestionables que nunca examinamos porque preservan el Templo de la Educación. Ese es el secreto detrás de los exámenes con respuestas cortas, los timbres, las clases de duración fija, las clases divididas por edades, la estandarización y todo el resto de religión escolar que castiga nuestra nación.

No hay una buena manera de educarse; hay tantas como huellas dactilares. No necesitamos profesores certificados para hacer que la educación ocurra... eso probablemente garantiza que no lo haga.

¿Cuántas pruebas más hacen falta? Las buenas escuelas no necesitan más dinero o un año académico más largo; necesitan elecciones de libre mercado, variedad que hable para cada necesidad y corra riesgos. No necesitamos un currículum nacional, o un examen nacional. Ambas iniciativas surgen de la ignorancia de cómo aprenden las personas, o de una deliberada indiferencia hacia ello.

No puedo enseñar así por más tiempo. Si os enteráis de algún trabajo en el que no tenga que hacer daño a los niños para ganarme la vida, hacédmelo saber. En otoño estaré buscando trabajo, creo.

 
The nine assumptions of modern schooling. John Taylor Gatto. Alliance for the Separation of School & State
AGAINST SCHOOL. How public education cripples our kids, and why, por John Taylor Gatto. Harper's Magazine. 2001.

1 comentario:

  1. Impresionante por ser absolutamente cierto!! Mucho más si hablamos de escuelas concertadas o privadas: el etiquetaje de los niños es entonces descarado y consciente. Lo conozco bien y he intentado alejar a mis hijos, dentro de mis posibilidades, de esta terrible estandarización del aprendizaje y del etiquetado que conlleva. Sigo en ello. Gracias por alentar con este tipo de opiniones a los que pensamos que siempre hay alternativa para todo, Sonia. Gracias por hacer que sigamos sintiéndonos bien siendo "raros". Y gracias por enriquecernos siendo diferente. Muchos besos!!TQM

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